San Telmo, en Buenos Aires, es una fiesta. Casi toda la capital argentina es vibrante, charlatana y colorida pero en San Telmo uno encuentra la felicidad de las pequeñas cosas. Por ejemplo, al tomarse un café, un auténtico ritual para los porteños, que se tragan la bebida sorbo a sorbito a medida que van escupiendo sus temores, dudas y alegrías como en una sesión de psicoanálisis gratuita. La afirmación es más verdadera en lugares de este distrito como el Café del Árbol (frente a la Plaza Dorrego), el Del Amanecer (Calle Chile, 561), con sus cañoncitos de dulce de leche, o en el Hipopótamo, en el límite con el barrio de Boca. Cerca de este último, uno encontrará paz al caminar por los senderos y templetes del Parque Lezama, donde se encuentra el Museo Histórico Nacional, un lugar para aprender sobre personajes comoEvita Perón. El polvo de los objetos no se ve pero se siente.
Compre objetos que hablan de épocas pasadas en la Feria de San Telmo, el mercadillo de antigüedades que se celebra los domingos por la mañana. Consejo: no adquiera lo primero que vea, porque hay más de 200 puestos. También existen anticuarios con sus locales para poder visitar cualquier día, sobre todo en la calle Defensa (Hugo Breitmam y Dugggan Krause son dos buenos ejemplos). Las casonas que vemos por el barrio nos hablan de tiempos burgueses. Los comerciantes fueron los primeros que se instalaron en el siglo XVIII pero un brote de fiebre amarilla en 1871 lo expulsó y atrajo a inmigrantes que venían a Buenos Aires a buscarse la vida. No resultan raras, por tanto, las tres iglesias extranjeras del distrito: la danesa, la sueca y la ortodoxa rusa, ésta última con sus inconfundibles cúpulas azules como cupcakes.
Puede parecer París (la monumentalidad continúa por el Paseo Colón y edificios como la Secretaría de Agricultura) o puede parecer un pueblecito (no se pierdan la Casa Mínima, con la fachada más estrecha de toda la ciudad, que mide 2.2 metros, ni las tiendecitas de frutas y verduras). San Telmo tiene también galerías de arte subversivo como Zavaleta Lab (Venezuela, 567), Isidro Miranda (Estados Unidos, 726) o Appetite (Chacabuco, 551) y unMuseo de Arte Moderno con obras de Picasso, Matisse o Miró. ¿Y aquí no se come? Por supuesto. Diríjase a La Brigada (Estados Unidos, 465), con carne argentina tan tierna que presumen de que se parte con la presión del tenedor. ¿Y no hay espectáculos de tango? Claro, en lugares como La Ventana (Balcarce, 431) y El Viejo Almacén (Independencia, 313). Llegados a la noche, no podemos sucumbir al cansancio. Nos esperan el jazz de Perro Andaluz (Bolívar, 852), el rock patrio de Mitos Argentinos (Humberto I, 489) y la nostalgia ochentera-noventera de Museum (Perú, 535). Y ya de madrugada, camine a la intersección de las calles Chile y Defensa, donde siempre se encuentra la habitante más famosa de San Telmo. Es Mafalda, inmortalizada en una escultura sobre un banco. Dan ganas de abrazarla.
Datos útiles:
- Buenos Aires tiene cerca de 3 millones de habitantes, que suben a 13 con la conurbación metropolitana.
- El clima es templado, pero la humedad suele ser muy alta, por lo que puede convertir un simple paseo en sofocante.
- La moneda es el peso.
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Foto | blmurch
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