por Cristóbal Ramírez
Es el río más vitivinícola de España, aunque no por eso tiene un tono rojizo. El Duero dibuja una ruta por los diferentes hitos bodegueros, pero también por pueblos de piedra, iglesias, museos, paisajes tranquilos y fiestas populares. Y todo regado por esos tintos y rosados que nos traen (no se sabe cómo) paz de espíritu. La denominación de origen Ribera del Duero recorre el corazón geográfico de Castilla y León y el corazón geográfico de la Península Ibérica a lo largo de 115 kilómetros y cuatro provincias (Burgos, Segovia, Soria y Valladolid). A esta ruta pertenecen 33 bodegas, 18 restaurantes, 16 alojamientos, 8 enotecas, 5 museos, 3 spas con tratamientos de vinoterapia y baños relajantes y palacios históricos. Acérquese a una taberna o un antiguo llagar y tome una copa rojiza de Ribera del Duero. Así la vida se ve mejor.
La piedra es dorada. El gótico y el románico están por todas partes. Hay multitud de monumentos que visitar. Aquí van unas propuestas: los monasterios de Santa María de Valbuena y de La Vid, la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción en Roa de Duero, el Castillo de Peñafiel con su Museo Provincial del Vino, las murallas de Haza, el Palacio de Avellaneda, las bodegas subterráneas de Caleruega o Aranda, el Centro de Interpretación de la Lana, el Parque Temático del Románico, las Hoces del Riaza, el Mirador de la Cuesta del Viso en Gumiel de Mercado… Estos rincones con historias de caballeros y cortesanas pondrán la nota de color en un viaje que se puede tomar como un road trip. Reviva Thelma y Louise, pero en plan castellano.
Y tras las leyendas y las suaves lomas de tonos verdosos y ocres, un almuerzo como Dios manda. Los tintos y rosados de Ribera del Duero son perfectos para el cordero lechalasado en horno de leña, la morcilla, el chorizo, los pimientos, la sopa castellana, los revueltos de setas, las chuletillas al sarmiento, la paloma, la perdiz, la liebre, el conejo, las codornices, los empiñonados, los hojaldres de crema y las yemas. La gastronomía que los pueblos que salpican el Duero no puede ser más apetitosa. Y elija lo que elija, siempre será una buena elección.Podemos alternar un restaurante con un picnic a los pies de un monasterio o con una cata de vino en una bodega legendaria. Cualquier momento del año es bueno, pero esté atento al calendario de fiestas, como la de San Roque y la Asunción en Roa y Peñafiel o la Bacanal romana en Baños de Baldearados. Y un brindis. Y otro. Y otro…
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Foto | Àlex Porta i Tallant
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