El reconocimiento de nuestro país supera a potencias turísticas de la región como Argentina, Brasil y Chile
La imagen turística de Costa Rica en el mundo se ha alimentado de dos vertientes. Por un lado, se encuentra la forma de ser del tico promedio, al que se lo retrata como afable y trabajador. Por el otro, se ha granjeado fama de destino sostenible, lo que ha contribuido al arribo de muchos visitantes de distintas partes del globo.
Lograr este hito no fue algo que sucedió repentinamente. Más aún, ha sido la culminación de un largo proceso que comenzó en la década de los ochenta. Fue entonces cuando esta nación centroamericana encontró los atributos que lo posicionaban como un destino turístico de primer orden. Uno de los principales es la cercanía geográfica que permite un fácil acceso a los mercados de Canadá y Estados Unidos.
Adicionalmente, la selección nacional hizo un muy buen papel durante el Campeonato Mundial de Fútbol Italia 90. Fue de este modo que muchas personas se percataron de la existencia de nuestro país y se interesaron en visitarlo. Las autoridades de entonces vieron una oportunidad más allá de la mera apertura comercial: era una mampara para mostrarse como una república libre.
Por otra parte, en 1985 se aprobó la Ley 6990 de incentivos turísticos. En ella se declaró esta industria como de utilidad pública. Incluía una serie de beneficios fiscales para las empresas dedicadas al sector. De tal manera, se desarrollaron empresas dedicadas a actividades afines, lo que ayudó con el mercadeo de Costa Rica en los principales focos emisores de viajeros. Más allá de lo anterior, se desarrolló una tendencia hacia el medio ambiente y la sostenibilidad (informe Brundtland, 1987). Para entonces Tiquicia ya estaba adelantada en la creación de una imagen en la que confluían la diversidad biológica y la estabilidad política. La intención era adquirir un valor agregado que se separara un poco de los conceptos sol, mar y playa. Esto porque ya había otras regiones que se dirigían fuertemente a tales atributos: Cancún, Jamaica, Miami, República Dominicana y Riviera Maya.
Estos esfuerzos atrajeron inversores provenientes del sector científico. Destacan: el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), el Instituto de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Organización de Estudios Tropicales (OET). Estos se han encargado de plasmar el nombre del país en distintas investigaciones y revistas internacionales especializadas.
Todas las iniciativas mencionadas con antelación fueron pequeños aportes en la elaboración del lema del 2009: «Sin Ingredientes Artificiales». Dos años después, logró posicionarse como la mejor marca de Latinoamérica en la clasificación mundial de FutureBrand. Ocupó el puesto 24 de los 113 estudiados. Se tomaron en cuenta características como la belleza natural, la libertad y la autenticidad.
Así, la marca turística costarricense se colocó por encima de Argentina, Brasil y Chile. No obstante, el estudio hizo hincapié en el gigante portugués como el país que subió más posiciones en un año: del puesto 41 al 31.
La clasificatoria se realizó mediante encuestas a 3.500 turistas y empresas del sector. Medían aspectos como: patrimonio, cultura clima de negocios, calidad de vida y sistema de valores (tolerancia, apertura y libertades públicas).
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Por: Andrés Figueroa
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